Alcide de Gasperi: trazando el horizonte de Europa

David Fernandez-Rojo |

Esta reseña aparece publicada en la Revista Actualidad Jurídica Aranzadi y se enmarca dentro del Programa Leyendo en Clave Jurídica 2017-2018 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto.

 

Europa vive tiempos convulsos. La crisis del euro, los refugiados, el terrorismo, el Brexit, la extrema derecha, el populismo, el euroescepticismo o el fracaso de una Europa social matraquean los oídos de aquellos que trabajan en Bruselas. Es necesario reexaminar la idea original de Europa y, concretamente, el proyecto de los Padres Fundadores que inspiraron la actual Unión Europea (UE). Uno de estos líderes fue Alcide de Gasperi y a quien descubrimos en la obra “Europa: escritos y discursos” editada por Encuentro en 2011. Gasperi nació en Trento el 3 de abril de 1881. Fue Primer Ministro italiano, Ministro de Asuntos Exteriores y el primer Presidente de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Gasperi experimentó de cerca las guerras mundiales y el fascismo. En 1919, el Partido Popular Italiano que cofundó fue ilegalizado por las fuerzas fascistas lideradas por Mussolini y, en 1927, fue encarcelado hasta que dieciséis meses más tarde fue liberado. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se comprometió con el proyecto europeo dada su convicción de que el futuro no se construiría “por la fuerza ni por el afán de conquista, sino por la paciente aplicación del método democrático, el espíritu de consenso constructivo y el respeto de la libertad” (p. 196).

Las terribles consecuencias de la guerra y el fascismo determinaron queGasperi fuera el principal precursor de una política común europea de defensa y el desarrollo de un ejército europeo que garantizase la paz. Si bien su propuesta destinada a establecer una Comunidad Europea de Defensa fracasó, desde el año 2016 la inestabilidad en las fronteras exteriores de la Unión y la volatilidad del entorno geopolítico ha reactivado el debate sobre si debe crearse una autoridad europea de defensa en la que se integren las fuerzas armadas de los Estados miembros. Asimismo, Gasperi trabajó por frenar el nacionalismo y promover el entendimiento entre naciones. En su opinión, el éxito de la unidad europea pasaba por la formación de una mentalidad común y supranacional. De lo contrario, “las instituciones supranacionales serían insuficientes y podrían convertirse en una palestra de competición de intereses particulares, si los hombres propuestos para ello no se sintiesen mandatarios de intereses superiores europeos” (p. 199).

La actual UE acusa la falta de un proyecto político propio, fuerte e independiente. Como señala el propio Gasperi, “Europa existe pero está encadenada, son estos hierros los que hay que romper” (p. 215). La UE está hoy encadenada a medidas cortoplacistas que deben satisfacer los intereses partidistas de cada Estado miembro. No existe un proyecto europeo que rompa con la apropiación a nivel estatal de los éxitos derivados de la integración e impida la descarga de los fracasos nacionales en la UE. La Unión del siglo XXI ha de reencontrarse con la Europa concebida por Gasperi que no es otra que la fundada en “el espíritu democrático de las instituciones libres y la aspiración de realizar una mayor justicia social” (p. 188).